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Tips: gánale a tus hijos en «uno»

Los juegos en familia son una actividad que se ha ligado directamente con la corresponsabilidad.

Los juegos en familia son una actividad que se ha ligado directamente con la corresponsabilidad. Los pedagogos se han puesto de acuerdo en la opinión de que las actividades de recreación tienen una repercusión significativa en la capacidad comunicativa de los padres. Todo parece apuntar a que los infantes, a través del juego, conocen el mundo exterior y entienden las repercusiones de sus acciones: tanto en los objetos, como en las personas.

Comenzar a fomentar actividades recreativas en donde la interacción social sea el eje fundamental, construye lazos significativos a largo plazo, sobre todo porque la construcción de experiencias satisfactorias, en donde el padre y la madre sean protagonistas, siempre es positivo. ¿A cuántos no nos gusta recordar aquellas veces en que jugábamos en familia?

Al final, el ocio como un reconocimiento del esfuerzo, permite encontrar un equilibrio que perdura en la adultez.

Luego de esta introducción, que no es más que una excusa para decirte que ese +4 que tienes en la mano tiene un significado mucho más profundo, comienza lo bueno. ¿Cómo le gano a mi hijo en el Uno?

La facilidad con la que los niños aprenden las mecánicas de un juego es impresionante. Es quizás la prueba más relevante para ligar el desarrollo cognitivo con el disfrute.
Y como la competencia es sana… ¡Vamos a ganar esa partida de Uno!

Los primeros pasos.

Apréndete muy bien las mecánicas del juego. Si lo piensas con cabeza, el Uno no es más que una resta. Cada vez que se juega una carta amarilla, hay una carta amarilla menos en el juego. Si unes esa estrategia con las probabilidades, la tendrás muy fácil para comenzar a identificar qué cartas faltan. ¡Si eres un aventurero, esto funciona muy bien también con los números!

El hecho de que existan cartas que te obliguen a robar, aunque juegues muy bien, hace que el Uno sea un juego que se basa en negar: más específicamente, negarles a los otros la capacidad de tirar sus cartas. Y cuando te comiences a quedar sin recursos: ¡Gira o usa un comodín! Al final, contar las cartas sirve para ambos sentidos.
La idea es que, para fomentar el conocimiento, muestra tu estrategia como un libro abierto. Cuentas las cartas frente a tu hijo. Enséñale que las matemáticas son útiles en el disfrute y que ayudan a garantizarle una victoria, con esfuerzo y mucha cabeza.

El secreto está en la diversidad.

Está bien que te centres en la estrategia de negarle el juego a tus oponentes, ¡pero ten cuidado de negártelo a ti! Siempre intenta mantener tu mano con la mayor diversidad posible. No querrás encontrarte con la situación de que algún oponente cambie a color verde y tú tengas todas las cartas rojas del juego en tu mano.
Si en la partida se está jugando con puntos, es también recomendable jugar primero con los números más altos. No es nada bueno terminar una ronda con varios nueves y ochos en la mano.

Eso sí, cuando termines una ronda, intenta identificar con voz alta el error y menciónalo, dando una posible solución o preguntándole a tu hijo qué solución considera más oportuna. ¡Quizás te lleves una sorpresa!

Mira siempre a tus oponentes.

El punto de Los primeros pasos es claro con las restas, pero aquí falta la cereza de un pastel: identifica qué hacen tus oponentes. Tienes que aprovechar los momentos en los cuales, por ejemplo, un oponente debe robar varias cartas porque no es capaz de encontrar el color o el número que puede lanzar para seguir el turno. Intenta centrarte en ese color y en ese número. ¡Seguro lo harás pasar un mal rato!
Como recomendación, intenta incluir a tu hijo en esas decisiones, haciendo pequeños comentarios que narren lo que estás viendo: sobre todo si el afectado es él. «Ya me di cuenta que no tienes amarillos, porque estás robando muchas cartas para encontrarlo» es una excelente forma de fomentarle el razonamiento crítico a tu hijo en este tipo de actividades.

Disfruta y mantén siempre un ambiente de disfrute.

Para que la competencia sea sana, debe mantenerse sin repercusiones. Felicita al ganador cada vez que pierdas una ronda: incluso con gestos muy visuales que pueda identificar fácilmente tu hijo, para luego imitarlos. Evita a toda costa la mofa del ganador y siempre encuentra una oportunidad para reír y disfrutar de la victoria y la derrota por igual.